EL AZULEJO QUE FALTABA

Durante un viaje recibí un fax de mi asistente.
Falta un azulejo para la reforma de la cocina -decía-.

Envío el proyecto original y la disposición con que el albañil sustituiría la falta.

Por un lado estaba el diseño que había hecho mi mujer:
filas armoniosas, con una abertura para la ventilación. Por otro, el proyecto que resolvía la falta un verdadero rompecabezas en el que las piezas no tenían la menor estética.

He comprado el azulejo que faltaba, me escribió mi mujer. Así se hizo y se mantuvo el diseño original.

Aquella tarde, me quedé pensando mucho tiempo en lo sucedido 
¡cuantas veces por la falta de un simple azulejo desfiguramos el proyecto original de nuestras vidas!

Paulo Coelho


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