Compañera
Solo con la guía de mi intuición, desde mi
ser, te escribo.
Sobrevivo, al igual que tú, a lo que ha
pasado y lo que está pasando; hemos navegado largas noches en nuestras
oscuridades, y en la tragedia griega de nuestros pensamientos, alcanzamos
sobrevivir la odisea que nos cabalga en la mente.
Esta tarde estuve solo, soledad cansada,
trasnochada y solitaria, y en una vorágine inspirada escribo desde un riel de notas que me regala la guitarra, un
riel dulce y amable que me permite arrullar las aguas. Finalmente he logrado llegar al
centro de esta cumulonimbus que antes anunciaba la tormenta, solo gracias a la brújula de una memoria emocional que se abre como cobijo en medio
del aislamiento que esta vez no he elegido. He llegado a un núcleo de
luz en donde te he encontrado y te he vuelto a ver, re significada, resuelta,
hermosa, altiva, arrulladora, vulnerable, inofensiva y amada; la verdad es que
siempre te encuentro allí cuando quiero sentirme feliz -en paz- .
Pensaba esta tarde, mientras hacía rebuznar la guitarra, que tal vez el sueño que no encuentras en tus noches te lo robo en las tardes cuando te recuerdo.
Pensaba esta tarde, mientras hacía rebuznar la guitarra, que tal vez el sueño que no encuentras en tus noches te lo robo en las tardes cuando te recuerdo.
Hace tanto tiempo que no escribía,
recordaba que siempre que llegas transmutada en esta forma -mas lasciva, mas cercana, mas mundana, traspasando la muralla y siendo mas amante que amiga- traes contigo esa mochila llena de poesía que resucita al poeta. Me preguntaba absorto ¿a quién le estoy escribiendo? y luego obsesivamente las dudas me dictaban ¿quién es este que escribe?: en relación a lo segundo estimo que ya no soy el
poetilla de aquel entonces, tampoco soy uno mejor, tan solo me encontraba en suspenso, y concluyo que tal vez no cambió el poeta sino que fue el hombre tras el oficio el que ya no es el mismo. Respecto a lo primero, no le escribo
a la musa, ni a la idealización del ser que más temprano que tarde ha terminado rasguñandome la vida, le hablo más bien a aquel ser que conozco y conocí, a la que encontró
la batuta para orquestar sus días, le escribo a aquella mujer que al trepar entre los tejados de zinc pude verle
dirigiendo la gran función de su vida. A la gran maga que repara las realidades que
danzan bajo su cuidado. Le hablo a la que busca solo felicidad en sus mundos, no imaginas el privilegio de ser espectador de esa galaxia que nace en el seno
de tus pensamientos. Te pienso fijamente e insuflo esa chispa que estuvo ahí
todo este tiempo, disminuida, pero aun resistiendo y tu respirándole para que
no se apagara, y es que en mi delirio siempre fuiste tú quien la mantuvo viva.
Perdóname, si pasé algún día naufragando sin
entender los delicados ríos de tu mago corazón, si pase a por tu lado y no fui
salvavidas, si pudiendo ayudarte no lo hice. En incontables ocasiones, muchas mas que las tuyas, yo también
me dejé vencer por mis miedos y egoísmos. Solo espero que mis intenciones lleguen y se hagan cuerpo donde sea que tu estés y te lleven este mensaje transmutado en amor.
Esta tarde vi “la historia sin fin”. La
historia dice que al entrar en los pantanos de la tristeza, debes de evitar que
te llenen por completo el corazón. Hoy pensaba que tenemos que luchar contra la
tristeza y no ahogarnos como Artax, el caballo de Atreyu, luchar contra la
tristeza es luchar por ti, que eres la lejía que separa las aguas pantanosas y
como la flor de loto donde quiera que apareces surgen cosas buenas en medio de la
adversidad.
Solo tu eres felicidad.