Marejada - 22 de octubre de 2018




Recorriéndote, Quiero que muerdas mi carne,
Salada y fuerte,
Que empieces con mis brazos robustos como ramas de árbol,
Que sigas por este pecho con el que sueñan tus sueños húmedos
Por este pecho cueva donde se esconde tu cabeza hurgando la ternura,
Este pecho que suena como tambores cuando te acercas, que arde como lava cuando lo muerdes
Que te quedes en él un rato largo enredando tus manos en este bosque de arbustos que me crece suave, ensortijado y negro sobre la piel desnuda, creando el sendero que te llevará a aquel lugar secreto donde encuentras el espasmo, y la explosión, y el orgasmo.
Que sigas después hacía mi ombligo, hacía este centro donde empieza el cosquilleo, que me beses, que me muerdas,
hasta llegar allí,
A ese lugar apretado y secreto, que se alegra ante tu presencia, que se adelanta a tu llegada, que se levanta para recibirte,
Y va a ti con toda mi dureza de macho enardecido.
Que luego bajes a mis piernas firmes como tus convicciones guerrilleras,
Estas piernas donde tu estatura se asienta, con las que sostendré tu anatomía cuando suspendas tu silueta en mis caderas,
Estas piernas que han convertido en serpientes constrictoras que se enredan en la noche entre tus piernas más fuertes y más suaves que las mías.
Quiero que luego vuelvas a escalarme hasta apretar tu boca con la mía, hasta inundarme de tu saliva y tu aliento mutando mi ser en cascada que entre en ti con la fuerza de la marea que esculpe tu orilla con mi ir y venir de mar furioso, y así devolver la saliva que me entregaste con la marejada láctea de mi pasión,
Culminando mi deseo yaciendo ambos tendidos y sudados en la arena de las sabanas.

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