Humildemente, despojado de todo, como un recién nacido, estrenando con ansias mis raíces, me inclino ante tu ternura, aquella que escondes, que vive en el lugar donde se van las cosas olvidadas y pérdidas, y solo de vez en cuando extiende su hogar cuando se cobija fuera, y que por lo demás, con un poco de atención con curiosidad de excursionista podríamos descubrir en que lugar de tu alma se encuentra ese lugar.

No es el incendio lo que ilumina nuestro mundo, sino las pequeñas lumbres de muchos corazones que son solo la representación de nosotros mismos en cada faceta, en cada personaje que somos y el brillo de querernos en cada una de ellas -aunque a veces el cariño se confunda con olvido-

No es el trueno el sonido que amansa a este par de fieras y pone alegría en el espiritu de los seres, sino la música, la nuestra... esa creación maravillosa que extiende ante nosotros su camino de sonidos armoniosos para que lo recorramos con latidos rítmicos.

Entre nosotros no es el grito el que nos comunica, sino la palabra clara, justa, pensada, respetada, esa que se siembra cuidadosamente, que se cultiva con amoroso celo para que germine y crezca y florezca y dé fruto, para que tus mariposas que nacen de tu estomago, como ideas, y sentimientos, y besos, y caricias buscando libertad puedan posarse en ellas.

No es el golpe el que nos corrige y endereza nuestra conducta equivocada, sino la suave paciencia del afecto, de la mano extendida, de la caricia con calor sincero, del silencio tierno que nos enseña a escuchar.

Y todo es el amor que perdura, el amor que nos saca de la niebla, que da fuerza a las alas para el vuelo, no es aquel amor que enturbia y despedaza, no es el amor que provoca terremoto, el amor que abre las compuertas del llanto, el que construye catedrales sin cimientos, el que trastorna la serenidad y la esperanza... Sino el amor que contiene, que protege, que cura las heridas, que comprende y nos estimula para la creación y el crecimiento; ese que ensancha el universo, porque sabe dar, porque se da sin pedir nada, y recibe con gratitud y con desinterés.

No me sueltes la mano
No me espantes la risa
no me quites tu jardín

No te dejaré sola
No te daré llanto
Llenaré tu jardín de mariposas

Estas.
Estoy.
Estamos

Y toda esa musica que le haces nacer a mi cuerpo, a mi alma, toda esa música que nos define en el ahora, que viene desde dentro de mi, y desde dentro de tí, que nos inunda, que nos desborda, que nos revive, que nos une, y que se convierte en la melodía que nos mueve.

Gracias por la ternura, por tu mano tomada a la mía. Gracias por la música.

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