La llorona



Estando despierta tus ojos duermen
porque aprendiste a llorar sin lágrimas
a llorar de sonrisas,
llorar de aburrimiento,
llorar de vacío 
-especialmente de vacío-
a llorar todo el tiempo sin descanso
a llorarlo todo sin humedecer las mejillas.

Alguna vez aun inmadura
te encontraste en sequía,
ahora -por miedo instintivo-
atesoras las lágrimas 
para aquellos llantos de artista en la madrugada,
en esos sublimes estallidos de eros y tánatos,
luego de acabadas dos botellas,
con labios purpuras y mirada perdida.

Por eso tu llanto seco no acaba
y tus ojos viven cansados,
parpados pesados de grilletes
esclavos del llanto que no empieza y no termina.


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