Intercambio
Mis pertenencias están en el cielo,
en el cofre de tierra seca adornado de pisadas,
en el saludo obrero de un desapasionado.
Allá en lo alto,
lo sideral de la nada
confunde las voces
con el libidinal maullido
de los gatos de la luna,
y en algún voraz vacío
que me conforta en voraces dentelladas
padece de autopsia una mano franca.
Acá mas abajo y mas mundano,
en la tangibilidad terrenal,
he renunciado a todo
porque todo me ha renunciado.
El abrazo fraterno con sus condiciones
el beso amoroso con lascivas promesas
la sonrisa agradable en busca de tiempo
La contraprestación reciproca de los perdedores
el intercambio de angustias de los felices,
el cementerio de las ternuras del antihedonista.
Dónde queda la dirección
de aquel ser que no somos.
fuera del tener,
del dar
o del hacer.
postergamos nuestra existencia
arrodillados ante el miedo,
ese miedo bautista de valentías,
refugiados en la espera
en la búsqueda de ese desconocido cobarde
-tan cobarde como nosotros-
que quiere refugiarse
en nuestro huesos
débiles y temerosos.
Me abandono
como me abandona el desconocido
al que he renunciado.
Y abandonandos ambos
mas tarde nos encontramos.
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