Despertar



El silencio de sus labios fisura las palabras,
es un grito mental que oscila y se expande
destrozando cristales por donde camina.

Como una mesías que deambula errante y descalza
sobre un mar de trozos de vidrio
dejando una estela de sangre
por donde le llevan los pasos.

Atraviesa los seres
que se mueven como cardumen de peces,
abdicadores de individual conciencia
que no combina ni calza
con sus miserables y egoístas instintos de conservación colectiva,
no perciben las saetas de su andar galano,
evitan contacto mirando al suelo
los mas valientes apuntan sus parpados al cielo
como buscando un agujero en la grisácea nube
que les permita reconocer el celeste

Cómodos, caminan sobre asfalto,
sordos, no oyen el grito,
fuertes, siguen con sus espaldas
acribilladas por cristales rotos
que caen como cascada

No lo notan, no lo saben.
no son dueños de su dolor,
ignorantes de su angustia,
incapaces de curar sus heridas
pues no conocen su carne
a pesar de haber sido faenados en su camino,
no reconocen el aroma 
de su propia sangre,
ni sienten bajo sus pies
la marea cortante que el grito provoca

Caminan enajenados, vendidos,
demasiado conscientes para soñar
demasiado despiertos para despertar

Tan vacíos que su peso no los hunde,
caminan sobre el mosaico punzante de cristales
cual cielo carmesí invertido
coronado con un rojizo arcoriris

Ella los observa y ellos no la perciben...
Quizás por un momento,
con afán de abandonar la solitaria lucidez,
deba permitirse despertar,
quizás por un instante
deba adormecerse para no estar sola

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