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Mostrando entradas de 2017

Incurables

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mis pupilas de bohemio aguardan las esmeraldas de tus ojos sintiéndote de verdad, de verdad impura, transparente y sin acomodos, ya no podemos ser de otro modo, no podemos transformar nuestra estructura, en tus entrañas fulgura la obsesión de un pensamiento que es reflejo del hambre sexual que siento en mi cerebro encendida... es incurable nuestra vida, somos y seremos sexo hambriento...

Hacer el amor

Hacer el amor es nacer en tu seno, es despertar en cada trocito de pellejo, es apuntar al todo despojándose del pasado y de los recuerdos.  Es circunscribirse a la piel que aguanta la carne sobrecogida, el grito, las arrítmicas oleadas de sangre, los veleros sin amarras, es la lava del volcán, es la voz ronca que susurra rebuznos y gemidos.   Hacer el amor es abrasar el instante, es desplegar las alas en un abrazo contemplando desde lo alto la trémula piel que nos dibuja para luego aterrizar en tu paisaje y aplastar violentamente la tierra con nuestros cuerpos. Hacer el amor es abstraerse religiosamente a los deslindes de nuestro propio dibujo sin permitirnos escapar de esa silueta que lo aprisiona todo y todo lo contiene como si nuestro orgasmo fuera una implosión suboceánica que deja vestigios del paso de la guerra; Que entren las explosiones, que no salga ninguna, que estallar dentro de ti sea me convierta en kamikase. Hacer el amor es hacer que mis pasos p...

A la Bruja Verde que no se salvó

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Qué puedo hacer para no necesitar tu presencia en los días de mi vida, qué debo hacer para impregnar tu sabor en mi labios y no tener que atormentarte volviendo por una gota nueva de tu dulce saliva. Cómo hacer para dosificar tu aroma en el oxígeno que nutre mis pulmones.  En cada intersticio, de cada espacio, de cada lugar existe algo que evoca tu recuerdo y abre los caminos del cielo como un paisaje lejano al que no puedo llegar sin antes haberme convertido en El Hombre, donde por instantes quedo catatónico imaginando que en ese cielo lejano vuelo contigo, Mujer que vuelas.  El hogar donde habito ha vuelto a ser algo familiar, grato y conocido, y a pesar de todo, el único lugar que concibo mi verdadero hogar es tu pecho abierto y desnudo que me ofrece su alma impoluta y sanadora.  Mis manos, las que siempre han sido tibias, están solas y desacostumbradamente frías ahora que las tuyas no las abrigan, y mi pecho de fuego se siente helado cuando la den...